La clave, neuroógicamente hablando, está en la mielina. Una capa aislante que envuelve a las fibras nerviosas y aumenta la fuerza, la velocidad y la precisión de la sinapsis (conexión neuronal). Cuanto más entrena una persona, más se “mieliniza” el circuito neuronal. “La mejor manera de construir un buen circuito es activarlo, prestar atención a los errores y luego activarlo de nuevo una y otra vez. El esfuerzo no es una opción, es una exigencia biológica”.
Coyle nos presenta una serie de principios respecto a la mielina:
- La activación del circuito es fundamental: práctica intensa.
- La mielina es universal. “A la mielina no le importa quién eres; le importa lo que haces”.
- La mielina envuelve, no desenvuelve. Por eso los hábitos son difíciles de romper.
- La edad es importante. Hay periodos críticos para el aprendizaje.
“Somos seres de mielina”. La clave, según Dan Coyle, es elegir lo que a uno le gusta (agrupar), practicarlo (repetir una y otra vez) y aprender a sentirlo.
El estudio de Dan Coyle nos demuestra que el talento es cuestión de desarrollo. De contextos en los que el talento aflora (“semilleros de talento”) y de buenos entrenadores. Así es el talento, no nos quepa duda.
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