domingo, 15 de enero de 2012

cultivar la autoestima en forma sana y próspera

Responsable de tu propio destino
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Si te dieran la oportunidad de escoger un deseo, la mejor elección sería el poder ser bendecido con la responsabilidad y facultad para ser el constructor del destino propio. Si lo dejas en manos de los demás, o de la suerte y bienaventuranza, perderás el control de la obtención de los resultados. Pero si en cambio los logros dependen de ti mismo, entonces te habrán entregado la varita mágica para que las utilices cuando lo desees y en tu beneficio.

El libre albedrío o posibilidad de ser quien elige su camino a seguir, es un logro de la autoestima, entregado y distribuido por la confianza y la seguridad que se vale de tu valor para actuar en forma genuina y mostrarse al mundo en forma transparente.

No se trata de encontrar la verdad absoluta y creerse todo poderoso, sino de tomar las decisiones y elecciones basadas en su propia visión y creencias, que te permiten seguir construyendo tu camino y edificando tu existencia. Esta natural convicción de emprendimiento solo la puede dar la autoestima, cuando se encuentra fortalecida y floreciente.

Lo importante no es solo asignarse la responsabilidad de pensar y actuar, sino de sentirse responsable del propio destino, en donde las información ajena podrá ser consejera y partícipe, pero en ninguna manera decisiva e influyente. Porque la guía suprema vendrá de nosotros mismos, únicos encargados de forjar nuestro destino, independencia y control que solo se podría alcanzar cuando nos damos valor y un lugar protagónico, nos amamos sin reserva y nos permitimos desarrollar nuestra autoestima como si fuera el más preciado tesoro.

Para cultivar la autoestima en forma sana y próspera, debemos empezar por darle su lugar en nuestra vida. Un lugar que tiene ganado por derecho propio desde que nacemos, que no debiera tener discusión alguno, pero que desafortunadamente por circunstancias o malas influencias, nos lo dejamos quitar, para darle cabida a la copia de los demás y el menoscabo de nuestra valía.

Nacemos libres y responsables de nuestro destino, pero en el camino se nos puede perder esta natural función, para darle paso a nuevas funciones que no son ni más cómodas ni más benéficas, como son el vivir la vida de los demás, hacer caso omiso a sus decisiones y necesidades, y dejarse guiar por sus conveniencias y estereotipos.

La autoestima es la única verdad que nos debe guiar, es el camino que nos debe alumbrar, es el objetivo que nos debe incentivar, para que sin importar si se alcanzan los resultados o no, se construya un camino propio de aprendizaje y mejoramiento, sobre bases sólidas e individuales, y responsables de nuestro propio desino.

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