lunes, 16 de enero de 2012

Eva Illouz: La salvación del alma moderna. Terapia, emociones y la cultura de la autoayuda

Eva Illouz: La salvación del alma moderna. Terapia, emociones y la cultura de la autoayuda (Katz, 2010) Por Bernabé Sarabia, sábado, 01 de mayo de 2010 La generación de grandes maestros de las ciencias sociales de los años sesenta está pasando el relevo a figuras llenas de interés. Los Goffman, Lipovetsky, Bourdieu o Mattelart leerían con interés a intelectuales que como Eva Illouz se han socializado en un marco cultural, político y académico bien distinto. Nuevos astros que han transformado lo aprendido en una luz propia con la que iluminar los problemas y las grandes cuestiones que plantea el siglo XXI. Lo cierto es que con apenas cinco libros publicados, Eva Illouz ha logrado interesar a numerosos lectores, tanto los establecidos en el mundo académico como aquellos situados en la amplia clase media o en el feminismo más reflexivo. Traducida a diez idiomas, sus obras se discuten en despachos y seminarios de todo el mundo. El último texto de Eva Illouz, La salvación del alma moderna. Terapia, emociones y la cultura de la autoayuda, es una excelente muestra del relevo generacional que acabamos de señalar. Se trata de un libro que está causando un considerable impacto, primero, en el mundo académico y, segundo, en el de todos aquellos interesados en seguir la deriva del capitalismo en las sociedades avanzadas a través de las emociones y del discurso terapéutico, entendido éste como un nuevo modelo explicativo de las relaciones interpersonales y culturales.

Eva Illouz dió un primer aldabonazo cuando en 1992 publicó El consumo de la utopía romántica. El amor y las contradicciones culturales del capitalismo. (Katz, 2009). En dicho texto planteó un agudo análisis de la relación del amor y la sexualidad con las culturas mediáticas de un capitalismo tardío cuyas relaciones de clase se habían transformado a una velocidad de vértigo tras la caída del muro de Berlín en 1989. Dicho texto impresionó a correosos académicos que se dedican a las ciencias sociales por su penetrante descripción del entrecruzamiento de las emociones románticas y sexuales con la cultura, la economía o la vida cotidiana del capitalismo avanzado.

La modernidad no puede entenderse sólo como la aparición del capitalismo, las instituciones públicas, la democracia o la idea de individualismo. La modernidad hay que entenderla también como el periodo en el que aparecen con fuerza social las emociones y, en consecuencia, las narrativas terapéuticas

Por si esto fuera poco, Eva Illouz presentó una atrevida tesis que ha seguido manteniendo hasta la actualidad. En su opinión, el discurso terapéutico encarna la nueva forma de estar y entender el mundo. Curiosamente, en un momento en el que el psicoanálisis está siendo cuestionado con fuerza, Eva Illouz reivindica su utilidad como herramienta no sólo para entender el mundo sino como instrumento para vivirlo. Por otro lado, conviene señalar que dentro del complejo universo psicoanalítico su posición es claramente la de entender que el discurso terapéutico por excelencia es el de Freud, tal y como se entiende y propaga en Estados Unidos tras las conferencias que el fundador del psicoanálisis pronuncia en Norteamérica invitado por la Universidad de Clark.

Nacida en 1961 en Fez (Marruecos) en el seno de una familia numerosa judía, se traslada a Francia a la edad de 10 años y estudia sociología y literatura en la Universidad de París X-Nanterre. Posteriormente realiza un master en comunicación en la Universidad Hebrea de Jerusalén. En 1991 se doctora en comunicación en la Annenberg School of Communication de la Universidad de Pennsylvania. Profesora en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha sido profesora visitante de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y de la Universidad de Princeton. Hasta el año 2003 Eva Illouz no da el salto mediático. Era, eso sí, una profesora competente casada con un compañero que compartía las tareas domésticas y con el que tenía dos hijos bien cuidados. Apañada a la hora de conseguir becas y ayudas diversas, su familiaridad con la tradición francesa y anglosajona le proporciona un punto de vista privilegiado y una capacidad de movimiento que sabe aprovechar.

Como decimos, su explosión internacional arranca en el 2003 con la aparición de su tercer libro -por desgracia no existe traducción al español-, Oprah Winfrey and the Glamour of Misery: An Essay on Popular Culture. En estas páginas Eva Illouz disecciona el talk show más exitoso del mundo. Más de 33 millones de personas siguen los programas televisivos de la norteamericana Oprah Winfrey, cuyo rasgo esencial es utilizar un estilo de entrevista terapéutico destinado, en definitiva, a mejorar a sus entrevistados, abordándoles como personas cuyos problemas son susceptibles de solución. Eva Illouz explica al lector cómo el enorme tinglado montado alrededor del programa se mantiene por su capacidad para convencer al televidente de la autenticidad del sufrimiento del entrevistado y de sus posibilidades de superación. El análisis realizado por Illouz de los problemas y de las luchas de los invitados al programa muestra que las narrativas presentadas en el plató televisivo están cargadas de un carácter terapéutico cuyo fin es enmarcar y justificar un proceso de autocomprensión que haga más llevadera su situación.

Es la fascinante explicación de cómo el capitalismo ha propiciado el desarrollo de una cultura emocional expresada según el modelo del discurso terapéutico. Discurso cuyas piedras angulares son ideas como las de “deseo”, “autobiografía”, “memoria” o “emoción”

Admitida ya en el firmamento de las estrellas emergentes, Eva Illouz fue invitada, nada menos, que a dictar las Conferencias Adorno en Frankfurt por un peso pesado de la talla de Axel Honneth. Decidió entonces trasladarse al Departamento de Sociología de la Universidad de Princeton a fin de preparar su intervención. Fue como invitada de Viviana Zelizer, cuyo primer libro traducido al español, La negociación de la intimidad (FCE, 2009), acaba de aparecer y es más que recomendable aunque su análisis sobre las relaciones emocionales, el dinero y las rupturas matrimoniales o de pareja esté muy centrado en Estados Unidos.

El texto de las Conferencias Adorno salió a la calle como libro en 2006 bajo el título Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo. (Katz, 2007). Lo que aquí plantea Eva Illouz con más claridad que en 1997 es que la modernidad no puede entenderse sólo como la aparición del capitalismo, las instituciones públicas, la democracia o la idea de individualismo. La modernidad hay que entenderla también como el periodo en el que aparecen con fuerza social las emociones y, en consecuencia, las narrativas terapéuticas. A través de la industria publicitaria, de los talk show, de los libros de autoayuda o del propio discurso terapéutico los consumidores se convierten en pacientes, en objetos públicos dispuestos a ser expuestos, analizados, discutidos y valorados. Las emociones privadas construyen espacios públicos. Las historias de vida se reconstruyen con el formato de la narrativa terapéutica. Los sentimientos derivados de la “liberación sexual”, la “autorrealización”, la búsqueda de la “intimidad” o “el divorcio amistoso” siguen una narrativa terapéutica que se escribe hacia atrás y subraya el sufrimiento y el trauma. Dicha narrativa pone en primer plano, de forma inevitable, emociones negativas como la vergüenza, la culpa, el miedo, la ansiedad o la angustia. Curiosamente, y por desgracia, todo ello sin poner en marcha el sentido de la responsabilidad o del juicio moral.

Editado en su versión original en 2008 y vertido al español en 2010, La salvación del alma moderna. Terapia, emociones y la cultura de la autoayuda, es la culminación de Intimidades congeladas. Es la fascinante explicación de cómo el capitalismo ha propiciado el desarrollo de una cultura emocional expresada según el modelo del discurso terapéutico. Discurso cuyas piedras angulares son ideas como las de “deseo”, “autobiografía”, “memoria” o “emoción”.

Podemos contemplar el modo en el que las reglas que gobiernan la expresión de las emociones son aprendidas culturalmente y a través de la reflexión. Sobre todo por las mujeres, impulsadas culturalmente a una revisión constante de su autoimagen

La tesis central, no exenta de controversia, es que la doctrina terapéutica es moderna por excelencia. Eva Illouz insiste, como ya lo hacía en El consumo de la utopía romántica, en mantener su vieja posición, según la cual Freud y el psicoanálisis (en un sentido amplio en el que cabrían disidentes como Jung) constituyen la encarnación del discurso terapéutico. El ethos terapéutico que propone la autora contempla a Freud como una figura carismática, en el sentido weberiano del término, que se incardina, volvamos a insistir, en la cultura norteamericana a partir de la serie de conferencias impartidas en la Universidad de Clark y la rápida adopción de sus ideas expresadas sobre todo en los ámbitos de la sexualidad, el trabajo y la familia. La llegada a Estados Unidos a partir de 1933 de miembros de la Escuela de Frankfurt, judíos fuertemente influidos por el marxismo y el psicoanálisis, contribuyó a la difusión del psicoanálisis y el modelo terapéutico. A ellos se unieron distintos psicoanalistas que emigraron a Norteamérica o se formaron allí. Eva Illouz ubica en dichas circunstancias tanto el desarrollo del psicoanálisis como el origen de la cultura de la autoayuda y la influencia conceptual del psicoanálisis en la publicidad, el cine o las campañas políticas.

Conforme se adentra el lector en este documentado y denso libro, la noción de cultura terapéutica se va desplegando. Al mismo tiempo podemos contemplar el modo en el que las reglas que gobiernan la expresión de las emociones son aprendidas culturalmente y a través de la reflexión. Sobre todo por las mujeres, impulsadas culturalmente a una revisión constante de su autoimagen. Todo ello conduce a Eva Illouz a considerar que “los modelos culturales ofrecidos por la terapia se traducen en una narrativa cada vez más indiferente al género”. Mientras que la racionalidad de los hombres se entrelaza cada vez más con las emociones, la cultura emocional de las mujeres se racionaliza en un grado cada vez más alto. El lector contempla con claridad cómo en el capitalismo avanzado se está produciendo una convergencia hacia la androginia emocional. Para Eva Illouz dicha convergencia está motivada en gran medida por la influencia del discurso terapéutico, una suerte de lingua franca que proporciona el juego de herramientas adecuado para que todos nosotros podamos manejar nuestras vidas en el desorden contemporáneo.

Quien se adentre en este reflexivo e iluminador libro encontrará las tesis de Eva Illouz apoyadas en una enorme diversidad metodológica en la que se incluyen entrevistas, análisis textuales, perspectivas críticas, aproximaciones etnográficas y un sinfín de datos e informaciones. Todo ello convierte este volumen en una lectura que convendrá tener a mano mucho tiempo, aunque el lector dude en ocasiones de la potencia y vigencia que Eva Illouz atribuye al modelo psicoanalítico.

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