domingo, 15 de enero de 2012

Evitar la Ansiedad

CONOCER LA ENFERMEDAD.



1.-¿QUÉ ES LA ANSIEDAD?.

Hoy día se emplean varias palabras para hacer referencia al mismo trastorno: ansiedad, angustia o pánico (miedo). No obstante haremos una matización en el uso de estas.

La ansiedad es una elevación incontrolada de la tensión física y psíquica. Un estado de desasosiego o agitación de ánimo, una vivencia de temor ante algo difuso, indefinido, que a diferencia del miedo no tiene una referencia concreta. Mientras que en el miedo el temor se produce por algo en la ansiedad el temor no se debe a nada concreto. No existe nada físico que podamos temer y a lo que halla que enfrentarse o de lo que debamos huir.

Hay que matizar que no existe nada concreto pero si situaciones concretas. Una persona si que puede sentir una gran ansiedad ante una situación determinada y que se va a producir en un futuro próximo. Un examen al día siguiente, por ejemplo.

La ansiedad buena es adaptativa y ayuda a la persona a enfrentarse a sus problemas cotidianos. La ansiedad patológica (mala o enfermiza) no lo es, al contrario, provoca respuestas de evitación e inhibición manteniendo a la persona en un estado de alerta de forma prolongada sin que este sea necesario.

La angustia es la emoción que las personas experimentamos con más frecuencia y se refiere al temor ante lo que le sucederá a la persona en el futuro. Puede tratarse de una experiencia insoportable o de un estimulo para el desarrollo personal, dependerá de cómo afronte esta persona su propia existencia.

Una diferenciación clara entre ansiedad y angustia es que en la primera el componente fisiológica es muy alto mientras que en la segunda lo es mucho menos y se producen pensamientos debidos a la experiencia que cada persona tiene sobre algo que se teme que llegue o aparezca.

El pánico seria la cúspide de la tensión psicológica (ansiedad) y es una respuesta puramente física.

Frecuentemente es el objeto de la preocupación y el temor en casos de agorafobia (miedo a sentir miedo en lugares de los que sea difícil salir). En estos casos el pánico no es el origen del trastorno sino una consecuencia del mismo. Digamos que el pánico es a la ansiedad lo que la fiebre a la gripe, un síntoma pero no la enfermedad.

También suele darse el proceso inverso en el que una persona sin ansiedad relevante tiene una experiencia que ella vive como traumática (lipotimia en lugar público por ejemplo, AP sin especificar origen, etc) y a partir de la cual desarrollará ansiedad al no comprender bien el hecho y angustiarse ante sus consecuencias. En este caso, el pánico tampoco es el problema sino el origen del mismo. El problema serán las conductas de evitación que esa persona desarrolle a partir de ese hecho y la ansiedad consecuentes.

Así es que vemos que el miedo (el pánico) es consecuencia de la ansiedad "mala" , de la angustia mal resueltas y de algunas cosas más que se exponen más adelante.

Vemos también una diferencia temporal clara entre pánico, ansiedad y angustia. El pánico se da en un momento determinado (ya), la ansiedad se produce ante una situación próxima (horas, días o semanas) y la angustia ante una futura (posibilidad futura de perder un empleo, por ejemplo).

Si pensamos de forma positiva en lo que nos va a suceder y en lo que puede sucedernos en el futuro ayudaríamos a nuestra ansiedad "buena", la que nos ayuda a motivarnos y a superar nuestros problemas cotidianos, reduciendo así la ansiedad "mala" a un mínimo y evitando la escalada hacia la angustia o el miedo irracional (el pánico).

Bien, ¿pero qué es la ansiedad?.

La ansiedad es un mecanismo de adaptación al medio común a casi todas las especies animales que dispongan de cerebro reptiliano.

Es un mecanismo muy antiguo que ha permitido la supervivencia y evolución de las especies durante millones de años.

Básicamente consistiría en que cuando el cerebro percibe una posible amenaza por medio de los sentidos (vista, oído, etc) ordena al sistema nervioso que pase a funcionar en actitud de alerta o vigilancia (estrés). Si el cerebro considera que el peligro es inminente y requiere una respuesta la orden será directa y rápida obligando al animal a pasar a la acción enfrentándose o huyendo del peligro (miedo-pánico).

Como vemos la ansiedad es adaptativa y tiene distintos niveles de intensidad en función de la evaluación que el cerebro haga de la naturaleza y proximidad del peligro.

¿Qué ocurre en el hombre y por qué la ansiedad actúa en un medio seguro como es el hábitat urbano?. ¿Dónde están los peligros en este hábitat?, ¿hay osos, tigres, etc?.

Es evidente que el hombre es más complejo que el resto de animales y durante miles de años ha ido cambiando su entorno natural por otro artificial al que ha debido irse adaptando. La ansiedad también lo ha hecho. Ha cambiado los peligros naturales (miedos primigenios) por otros menos concretos y difusos en función de la interpretación que nuestro cerebro ha hecho de ellos (miedos adquiridos mediante el aprendizaje).

Ya no hay ruidos en la noche que puedan deberse a depredadores y que pondrían al hombre en estado de alerta, ahora basta con qué nuestros hijos estén por ahí y suene una ambulancia para que nuestro cerebro racional mande la valoración que hacemos del hecho y nuestro subconsciente actúe en consecuencia activando los mecanismos de alerta (tensión, estrés).

Distingamos la ansiedad buena de la ansiedad mala. La primera nos ayuda a afrontar los problemas cotidianos, la segunda se produce cuando hay una respuesta completamente desproporcionada al estimulo que la originó. Esta ultima en lugar de hacernos afrontar los problemas con éxito nos hace evitarlos.

2.- ¿CÓMO ACTÚA EL MECANISMO FISIOLÓGICO DE LA ANSIEDAD?.

Cuando nuestro organismo se enfrenta a una situación que mediante el aprendizaje a fijado como peligrosa nuestro cerebro manda una señal al Sistema Nervioso Autónomo (SNA).

Este sistema tiene entre sus misiones prioritarias preparar al organismo para afrontar situaciones peligrosas.

Se compone a su vez de dos subsistemas. Sistema Nervioso Simpático (SNS) y Sistema Nervioso Parasimpático (SNP). El SNS activa el organismo en tanto que el SNP lo frena, por esto es imposible que una respuesta de ansiedad elevada dure más de lo aconsejable. En este sentido la ansiedad no representa un problema físico que pueda ser peligroso para la persona porque el SNP corta esa reacción de forma que la ansiedad baje y desaparezca antes de causarnos daño. Sin embargo, es normal sentirnos cansados, con dolor de cabeza, de espalda o otras sensaciones porque el organismo ha estado sometido a una tensión extrema que ha consumido mucha energía. Aquí es necesario hacer una matización: el AP no es peligroso en si mismo pero la ansiedad sí lo es si se mantiene por periodos prolongados de tiempo. Es fácil comprender cuales son las consecuencias de una tensión excesiva y este es un motivo más para eliminarla.

La ansiedad está en el origen de buena parte de las enfermedades de nuestro tiempo, es más, hay trastornos médicos cuyo origen es exclusivamente emocional: hipertensión arterial esencial, ulcera de duodeno y un largo etc.

Cuando el cerebro envía la señal de peligro al SNA este activa al SNS dando una orden a las glándulas suprarrenales que inyectan adrenalina y noradrenalina en la sangre. Estas dos hormonas activan todo el organismo a la vez, por eso cuando tenemos pánico tenemos todas las sensaciones de golpe y a la vez, no notamos unas antes que otras.

Estamos en medio de una crisis de ansiedad. El SNS está actuando aumentando el ritmo respiratorio para oxigenar la sangre (hiperventilación) y que podamos luchar o huir. ¿Contra qué y de qué?. Obviamente contra nada. No se puede huir o luchar en un examen (por ejemplo). El resultado es que todo ese oxigeno de más que se está respirando provoca una alcalinidad de la sangre y un descenso de la presión arterial apareciendo sensaciones tan desagradables como: debilidad, dolor precordial, mareos, visión borrosa, sensación de irrealidad, sensación de falta de aire,etc.

En algunos casos, la hiperventilación involuntaria se ve agravada con otra voluntaria al creer la persona que le falta el aire y tener sensación de ahogo, lo que no hace más que empeorar la situación aún más.

Al mismo tiempo se tensan los músculos para luchar o huir. Esto provoca una sensación de vértigo al oprimir ligeramente la musculatura del cuello las arterias que oxigenan el cerebro.

Afortunadamente el SNP actuará inmediatamente colocando las cosas en su sitio y devolviendo la actividad normal al organismo huyamos de la situación o no.

3.- FACTORES QUE PUEDEN PROVOCAR PÁNICO:

-INTERNOS:

El pensamiento determina mucho la ansiedad. Este siempre va por delante de nuestras acciones. Los pensamientos suelen ser anticipatorios o de comprobación repitiéndose el afectado continuamente frases como: me sudan las manos, me va a dar un paro cardiaco, me dará un derrame cerebral, etc.

Es decir, el afectado se esta escuchando continuamente. Esta hipervigilancia hace que cualquiera de las sensaciones internas que se sintieron en una situación embarazosa (vértigo, taquicardia, sudoración, tensión muscular, etc) pueda provocar un nuevo ataque de pánico. Normalmente esto no sucede, no se da el temido AP, pero basta la sensación de que pueda darse para que la persona evite esa situación y se marche.

Es muy frecuente que personas que creen tener AP confundan estos con la ansiedad elevada que los antecede de forma que creen tener varios AP diarios cuando en realidad lo que sienten es un nivel muy alto de ansiedad.

Para distinguir un estado de otro bastaría con comprobar su duración. Un AP no suele pasar de 10 minutos así es que quién crea tener uno de 2 horas en realidad esta confundiendo este con una ansiedad muy elevada y casi tan molesta como el AP por no decir más ya que se puede prolongar mucho en el tiempo.

También es frecuente encontrar personas con trastornos de pánico que solo tuvieron uno al comienzo de la enfermedad y durante años no volvieron a tener otro. Bastó con un nivel de ansiedad extremo para que su trastorno durase años.

-FACTORES EXTERNOS:

Nos centraremos en dos tipos:

ESTÍMULOS AMBIENTALES: (que se dieron en la primera situación embarazosa). Si era una avenida (muy frecuente) pueden ser luz, ruido ambiente, coches, personas ,etc. Nuestro subconsciente puede asociar cualquiera de estos estímulos al AP o situación desagradable o con ansiedad elevada y desarrollar ansiedad elevada en cualquier otra situación en la que se dé uno de estos factores. El más frecuente es un número de personas elevado. De esta forma nuestro subconsciente ampliará la respuesta de ansiedad a situaciones donde se repita ese factor (autobuses, plazas, calles, etc).

TÓXICOS: diversas sustancias producen AP espontáneos o ansiedad elevada. Entre estas sustancias encontramos la cafeína, la cocaína, el monóxido de carbono y el tabaco.

Una aclaración muy importante. No tiene por qué darse un AP para desarrollarse una conducta de evitación. Es más, hay personas con trastornos de ansiedad que jamás tuvieron uno. Bastó una simple lipotimia, un vértigo debido a problemas cervicales o una ansiedad extrema para que su subconsciente desarrollase una conducta de evitación fóbica a partir de una experiencia muy desagradable.

4.- FACTORES QUE GENERAN ANSIEDAD:

FACTORES INTERNOS:

EMOCIONES; sensaciones físicas primarias normales (tristeza, alegría) pero de tal intensidad que no se encuentran adecuadas al motivo que las originó y de duración anormalmente larga. Son el caldo de cultivo de los trastornos de ansiedad.

SENTIMIENTOS: son emociones matizadas por el aprendizaje ( placer-disgusto, tensión-solución, excitación-calma) que no se encuentran equilibradas. Una persona con disgusto-tensión-excitación es una persona que genera una gran cantidad de ansiedad.

ESTADOS DE ÁNIMO: Son emociones y sentimientos que perduran en el tiempo. La angustia puede considerarse una forma de ser. En este caso podríamos hablar de un estado de ánimo angustiado. Es fácil comprender que una persona que vive angustiada (temerosa de lo que pueda pasar) genera ansiedad.

FACTORES EXTERNOS:

Los factores externos podemos considerarlos como estresores en sí mismos y son inherentes al tipo de vida que llevamos o mejor dicho, a la interpretación que hacemos de ella. Trabajo, obligaciones sociales (bodas, conferencias), estudios, tráfico, etc.

A estos añadiremos factores estresores físicos como el uso de estimulantes de baja intensidad pero muy perjudiciales al mantener niveles de alerta nada saludables y que pueden provocar pánico por si solos: café, tabaco, coca colas, etc.

5.- TIPOS DE TRASTORNOS DE ANSIEDAD.

Nos centraremos solo en dos: agorafobia y fobia social.

AGORAFOBIA:
El término "agorafobia" literalmente significa "miedo a espacios abiertos". Nosotros le daremos un sentido más amplio que incluye temores a las multitudes y a la dificultad para poder escapar inmediatamente a un lugar seguro (por lo general el hogar o el coche).

El término abarca un conjunto de fobias relacionadas entre si a veces solapadas entre ellos: temores a salir del hogar, a entrar en tiendas o almacenes, a las multitudes, a los lugares públicos, a viajar solo en trenes, autobuses o aviones, etc. Aunque la gravedad de la ansiedad y la intensidad de la conducta de evitación son variables, este es el más incapacitante de los trastornos fóbicos y algunos individuos llegan a quedar completamente confinados en su casa. A muchos enfermos les aterra pensar en la posibilidad de poder desmayarse o quedarse solos y sin ayuda en público.

La vivencia de la falta de una salida inmediata es uno de los rasgos clave de muchas de las situaciones que inducen la agorafobia. La mayor parte de los afectados son mujeres y el trastorno comienza en general al principio de la vida adulta. Están presentes a menudo síntomas depresivos y fobias sociales, pero no predominan en cuadro clínico.

FOBIA SOCIAL:
Temor intenso y persistente a una o más situaciones sociales o actuaciones en público en las que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen a su ámbito familiar o a la posible evaluación por parte de los demás. La persona teme actuar de un modo (o mostrar síntomas de ansiedad, angustia o miedo) que sea humillante o avergonzante.

Las situaciones más comúnmente fobígenas son: hablar o comer en público, asistir a reuniones sociales, dictar clases, dar exposiciones, aparecer en televisión o en espectáculos públicos, asistir a una cita amorosa, mirar directamente a los ojos, miedo a vomitar en público, etc.

La persona reconoce que este miedo es excesivo e irracional pero no puede controlarlo experimentado en forma asociada ruboración (ponerse colorado), dificultad para hablar, temblor de manos o en la voz, nauseas, necesidad urgente de orinar, etc.

Las situaciones que provocan fobia se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad, angustia o malestar.

Esta fobia interfiere marcadamente con la rutina normal de la persona con las relaciones laborales (o académicas) familiares o sociales.

Las personas con fobia social no necesariamente son tímidas. Pueden sentirse totalmente cómodas con otras personas la mayor parte del tiempo pero en situaciones especiales pueden sentir intensa ansiedad.

Las personas con fobia social comprenden que sus sensaciones son irracionales. Sin embargo, experimentan una gran aprensión antes de enfrentarse a la situación que temen y harán todo lo posible para evitarla. Aún cuando puedan enfrentarse a lo que temen generalmente sienten gran ansiedad desde antes y están muy incómodas todo el tiempo. Posteriormente, las sensaciones desagradables pueden continuar con la preocupación de haber sido juzgados o con lo que los demás hayan pensado u observado respecto a ellos.

6,- TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD:

En los trastornos de ansiedad como en cualquier otro problema, la información es fundamental. Por tanto es conveniente aproximarse a ellos desde un equipo multidisciplinar médico/psiquiatra-psicólogo. Hay trastornos de ansiedad generados exclusivamente por desequilibrios fisiológicos que es necesario controlar antes de abordar un tratamiento psicológico con garantías, por tanto un chequeo médico puede complementar de manera muy efectiva una terapia psicológica.

FARMACOLÓGICO:

No recomendable como única opción excepto en casos en los que la persona tiene un grado de ansiedad tan elevado que imposibilita o entorpece el tratamiento psicológico.

-antidepresivos

-ansiolíticos

-metabolizadores

Los antidepresivos con mayor resultado de curación son los inhibidores de recaptación de serotonina. Estos se diferencian de los tricíclicos en que tienen un menor porcentaje de efectos secundarios, aunque eso siempre depende del paciente.

Es muy importante hacer hincapié en que los fármacos no tienen igual resultados en pacientes distintos por lo que nunca es aconsejable tomar medicamentos sin la supervisión de un especialista.

Igual de importante es seguir exactamente las pautas dadas por el para el consumo de pastillas. No se debe olvidar que la reducción de la medicación indicada en la agorafobia debe efectuar con un control y unas pautas extremadamente cuidadosas. Así se evitaran los efectos secundarios que a veces se pueden a llegar a confundir con los síntomas de la ansiedad.

Los ansiolíticos están indicados en el tratamiento de la agorafobia para reducir los síntomas de la ansiedad aunque hay que tener en cuenta que los efectos no son inmediatos, por lo tanto, no se puede prescindir de tomarlos cuando ha llegado a originarse la crisis. Normalmente esta pasara antes de que el ansiolítico haga efecto pero es imprescindible mantener la autodisciplina farmacológica a fin de facilitar el proceso de curación de la enfermedad.

Los metabolizadores sustituyentes de los ansiolíticos son aconsejados para personas que se exponen a situaciones peligrosas o simplemente necesitan evitar los síntomas de los ansiolíticos así como cansancio, somnolencia, falta de reflejos, etc.

Ejemplo de ello los tenemos en los pilotos, profesores y demás personas que necesitan actuar sin dichos síntomas.

Lo que si hay que destacar es que la medicación no cura, solo ayuda siempre que se lleve un tratamiento adicional adecuado.

Los medicamentos suelen darle a los pacientes un control falso sobre la enfermedad, por lo tanto, cuando la medicación deja de suministrarse falta el control que creíamos haber conseguido sobre la enfermedad.

Ese control se consigue cuando el paciente además del (o mejor aún sin el) tratamiento farmacológico lleva a cabo un tratamiento psicológico adecuado, en este caso terapia cognitiva/conductual.

Cuando el control de las situaciones viene dado por las exposiciones realizadas periódicamente la seguridad se enfoca en la exposición y en la superación con éxito del miedo y no en el tratamiento farmacológico. Así el paciente cuando haya abandonado definitivamente la medicación confiará en sus propios recursos para enfrentarse a la ansiedad y el miedo y tendrá los medios para evitar que pueda volver a recaer.

Hay que especificar que hoy día se desaconsejan las terapias de inundación (exposición pura y dura) y se utilizan las de desensibilización sistemática en las que la persona va afrontando sus miedos exponiéndose a estos en situación controlada (consulta o casa propia) mediante técnicas de imaginación complementadas con discusión cognitiva de sus sensaciones y miedos más relajación y control de la respiración.

Una vez la persona es capaz de controlar sus temores y ansiedad en situación controlada (o al mismo tiempo que va consiguiéndolo), se realiza un inventario de miedos ordenados de mayor a menor grado de aversión que el paciente irá afrontando.

Es importante que durante el tratamiento psicológico se vaya reduciendo la medicación, eliminándose en su totalidad antes de terminar la terapia. De lo contrario el paciente dudará de su capacidad para controlar sus emociones por sí solo y seguirá dependiendo de las pastillas de forma indefinida.

Una vez el paciente sea capaz de afrontar con éxito su inventario de miedos se le dotará de técnicas para conservar y mejorar los resultados, habiéndose así concluido el tratamiento.

La dificultad en la aplicación de esta terapia consiste en que, antes o después, la persona tendrá que enfrentarse a lo que teme. Esto puede traer como consecuencia el uso, consciente o no, por parte del paciente de "excusas" del tipo de : esto no me cura, tendré algo más grave...este psicólogo no sabe lo que hace...esto va a ser físico...¿cómo quiere que controle esto si no puedo?..., etc, que pueden terminar con el "contrato terapéutico" y dar al traste con lo conseguido.

El psicólogo debe detectar este tipo de actitudes y corregirlas o bien dar por terminado el tratamiento.

La participación del paciente en grupos de autoayuda o terapia grupal ayuda mucho a corregir ese tipo de pensamientos al darse información permanente de por qué tiene ese tipo de pensamientos como debe corregirlos y ver los resultados en sus compañeros de grupo.

La actitud del paciente ante el problema es básica para su curación. Una actitud de "combatividad" y autodisciplina combinadas con una buena aplicación de la terapìa son el secreto del éxito en este tipo de trastornos.

Igualmente básica es la especialización en este tipo de trastornos que tenga el terapeuta y que el tratamiento no se prolongue en el tiempo mas de lo aconsejable.

Como norma general el tratamiento debe durar entre 3 meses y un año en el caso de la agorafobia, algo menos en fobia social. Si se prolonga más tiempo es aconsejable cambiar de terapeuta.

También puede tenerse en cuenta el uso de técnicas complementarias al tratamiento que deben de realizarse una vez este esté avanzado.

Estas técnicas pueden tener por objeto la superación personal (PNL), la disminución de la ansiedad (yoga, Tai-chy), un mejor manejo de las sensaciones corporales o emocionales (bioenergética, Gestaltd), etc. Siempre entendiendo que son útiles para la vida diaria pero que en ningún caso pueden sustituir el tratamiento cognitivo-conductual que realice el terapeuta.

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